EL DESEMBARCO DE LOS ALEMANES EN ESPAÑA…

Tal como había asegurado la Canciller Merkel durante la reunión bilateral que mantuvo con el Presidente Rajoy en Chicago con ocasión de la reunión del Consejo Atlántico del pasado mes de junio, el 6 de septiembre llegó a Madrid una extensa delegación política y empresarial alemana encabezada por la propia Canciller con la finalidad de mostrar el apoyo al gobierno español en la implementación del Programa de Austeridad para el cumplimiento de las obligaciones del déficit y las medidas económicas y financieras requeridas por el Eurogrupo para obtener la asistencia financiera necesaria para el restablecimiento del sistema financiero español.
El Presidente Rajoy y la Canciller Merkel mantuvieron la enésima cumbre hispano-alemana en un clima de compromiso y cooperación mutuos inmejorable. La Canciller en su intervención reconoció la importancia de las reformas económicas, fiscales y financieras aprobadas por procedimiento de urgencia por el gobierno español y recordó la necesidad de continuar este proceso que no es otro que el restablecimiento de las finanzas públicas como premisa básica para el crecimiento económico y la creación de empleo. Bien es cierto que la Canciller pidió el compromiso de todos los socios de la Unión Europea: “tenemos que salir todos juntos del atolladero. Los ochenta millones de alemanes no pueden hacer nada si no nos unimos a los quinientos millones de europeos”; bien entendido que esto no deja de ser un aviso para navegantes, es decir, sin compromisos firmes de reformas no habrá ayudas alemanas: “Todos tenemos que hacer reformas. Estas no se imponen para hacer sufrir a los demás, sino para mejorar la competitividad. Es la mejor respuesta a la crisis y al desempleo” –las declaraciones se recogen en Cinco Días, 7 de septiembre de 2012, p. 26–.
Como ponía de manifiesto la prensa alemana en la edición del día 7 de septiembre el gobierno español cuenta con el apoyo decidido de Berlín a las medidas adoptadas –“El camino correcto” titulaba el Frankfurter Allgemeine Zeitung– e incluso se ha declarado a esta cumbre como “el día decisivo del euro para España” –así en Die Welt–.
El paralelo tuvo lugar en La Moncloa el encuentro entre delegaciones de empresarios españoles y alemanes. La reunión fue inaugurada por el Ministro de Economía español, Luis de Guindos, y clausurada por la tarde por el Presidente Rajoy y la Canciller Merkel. Para entender la importancia de este encuentro bilateral solo hay que echar una mirada a los siguientes datos: las inversiones mutuas superan los 40.000 millones de euros, el comercio bilateral los 50.000 millones y las empresas alemanas facturan en España el equivalente del 7 por ciento del PIB nacional.
El foro contó con la asistencia de cerca de cien representantes empresariales de ambos países. Por parte alemana, entre los más destacados estaban Peter Löscher (Presidente de Siemens), Martin Winterkorn (Presidente de Volkswagen), Rainer Krause (Bayer Hispania), Jaume Cané (Freudenberg), Ulrich Schroeder (Presidente del Banco de Crédito público KfW), Reinhart Propawe (Director del Instituto Fraunhofer), Hans Peter Keitel (Presidente de los empresarios alemanes, BDI) y Hans Heinrich Driftmann (Presidente de las Cámaras de comercio alemanas, DIHK). Por parte española Emilio Botín (Banco Santander), César Alierta (Telefónica), Ignacio Galán (Iberdrola), Josep Oliu (Banco Sabadell), Román Escolano (Director del ICO), Juan Rosell (CEOE), Manuel Teruel (Consejo de Cámaras de Comercio). La delegación empresarial alemana puso de manifiesto su confianza en la economía española y el compromiso en el mantenimiento de las inversiones.
Es evidente que el anuncio del Banco Central Europeo de iniciar un nuevo plan de compra de deuda soberana el mismo día ha supuesto un refuerzo importante para las autoridades económicas españolas, y que ha tenido consecuencias inmediatas al día siguiente (7 de septiembre) con la bajada de la prima de riesgo a 410 puntos básicos desde los 552 del día 31 de agosto –o desde el máximo histórico del 24 de julio donde alcanzó los 638 puntos básicos–, esto es, reducir el coste de la financiación del Estado español en los mercados de deuda.

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