EL NUEVO PODER HEGEMONICO EN EUROPA

Como he sostenido en otras ocasiones, inesperadamente la crisis financiera en Europa ha mostrado de forma patente que Alemania es el país más grande de la Unión Europea (UE) y que ejerce una influencia indiscutible en el sistema continental, mientras que Francia parece haber emprendido el camino del declive económico, junto con Italia y España. La otra gran potencia europea, Gran Bretaña, inmersa en un estéril debate interno sobre su condición de miembro de la UE, se ha alejado de los centros de decisión europeos al quedarse voluntariamente fuera del denominado Tratado Fiscal, que es ahora el fundamento del proceso acelerado de unificación económica y financiera, pero también política, que Alemania impone a sus socios. Gran Bretaña, ni siquiera puede participar en las negociaciones porque la ceguera política del Primer Ministro Cameron le impidió ver que eso era, precisamente, lo que buscaba Berlín, es decir, asistimos a la pérdida de toda capacidad de influencia en los procesos de integración continental. Así, Gran Bretaña ha quedado al margen de ejercer una política de poder. Y Alemania, la potencia vencida de 1945, el país dividido en la Guerra Fría, se ha convertido en el poder hegemónico de Europa; con la evidente colaboración rusa, son el Duopolio europeo: potencia económica gigantesca con un inexpresable poderío nuclear. Por si existían dudas, la Canciller Merkel explicó hace pocos días en el Parlamento Europeo su idea acerca del futuro de la UE: "una Europa federal en la que la Comisión será una especie de gobierno comunitario, el Consejo europeo algo parecido a un Senado y el Parlamento una cámara de poder legislativo" (declaraciones en Bruselas, 7 de noviembre de 2012). Está claro que en esta nueva Europa política Alemania tendrá una influencia arrolladora en todas las instituciones que se pongan en marcha, porque los datos macroeconómicos mandan: mientras Alemania tiene superávit anuales por cuenta corriente de 250.000 millones de dólares, el resto de miembros de la Eurozona acumula déficit por 40.000 millones de dólares. Por eso, consciente de su poder, la Canciller Merkel se permite afirmar con rotundidad su apoyo a los Estados periféricos de la UE: "los alemanes vamos a seguir apoyando a España, Portugal y otros países, porque también es bueno para nosotros" (declaraciones en Lisboa, 12 de noviembre de 2012).

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