MIENTRAS LOS JAPONESES CONTINUAN A LO SUYO…

Al hilo de la crisis casi permanente entre los vecinos del nordeste asiático, singularmente, las dos Coreas (véase NUEVAS AMENAZAS JAPONESAS, diciembre de 2012, en http://ullderechointernacional.blogspot.com.es/2012/12/nuevas-amenazas-japonesas.html), China y Japón, con sus relaciones mediatizadas por la presencia de dos grandes potencias tradicionales como son los Estados Unidos y Rusia, que consideran la región como una de sus áreas de influencia natural, Japón continúa incrementando sus capacidades de reconocimiento y alerta estratégica. Así, el pasado 27 de enero la Agencia Espacial japonesa realizó el lanzamiento desde la base de Tanegashima de un cohete H-2A 202 que colocó en órbita dos satélites de vigilancia, uno óptico y otro radar.
Fuentes japonesas han informado que los satélites puestos en órbita con el IGS 5V, una tercera generación de satélites de reconocimiento óptico con una resolución de 40 cm, y el IGS-4, satélite de seguimiento radar de segunda generación con una resolución inferior a un metro y similar al IGS-3 lanzado en diciembre de 2011. Con estos nuevos equipos, las Fuerzas de Autodefensa Japonesas tienen en el espacio dos satélites de vigilancia radárica y cuatro ópticos, lo que les permitirá mantener bajo sus sistemas de reconocimiento cualquier punto sobre el planeta al menos una vez al día, aunque el sistema se seguirá expandiendo en los próximos años según prevé la política de defensa nacional –que será revisa próximamente-. Estos satélites son operados desde el Centro de Información de Satélites nacional.

La creación de este sistema de vigilancia espacial con un coste de unos 10.000 millones de dólares se inició en 2003 como consecuencia de los lanzamientos de misiles de largo alcance de Corea del Norte, aunque no hay de obviar las posibilidades de seguimiento de las actividades espaciales de China.  
Pues bien la teoría del equilibrio de poder nos dice que el contrapeso ideal en el Pacífico es un poder japonés fuerte militarmente, con evidentes intereses estratégicos y económicos en el área, aliado incondicional de la gran potencia global, los Estados Unidos, y que puede dotarse de medios tecnológicamente avanzado en un plazo muy corto. La cuestión es que las otras potencias le dejen o lo haga de forma secreta o semisecreta. Pero parece evidente que un Japón poderoso no puede dejarse intimidar por los coreanos, su antigua colonia, y menos aún por China, a quien estuvieron a punto de someter enteramente en los años treinta. Entonces, el equilibrio de la zona es perfecto, y ya se ocupará China de que no llegue demasiado lejos; y Rusia también hará lo mismo cuando considere que sus intereses vitales en el Pacífico norte se encuentren en juego.

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