LAS FUERZAS NUCLEARES DE RUSIA PRUEBAN SU CAPACIDAD DE MANDO Y CONTROL PARA LA GUERRA NUCLEAR

El pasado día 21 de octubre la Fuerza Aérea de los Estados Unidos efectuó el lanzamiento de un misil balístico (ICBM) Minuteman III desde la base aérea de Vandenberg en California, que alcanzó el objetivo programado en algún lugar de las islas Marshall en el Pacífico central después de volar 6.700 kilómetros con una carga inerte. Como comentamos en la entrada anterior del blog, estas pruebas forman parte del programa anual del Mando de Ataque Global de los Estados Unidos para validar la capacidad operativa de la fuerza de ICBM basada en tierra. Pues bien, solo siete días después las Fuerzas de Cohetes Estratégicos de Rusia (RVSN) han respondido con el lanzamiento de un cohete balístico RS-24 Yars basado en silo que se lanzó desde el cosmódromo de Plesetsk, en el norte de la Rusia europea, para alcanzar los objetivos programados en el polígono de Kura, Kamchatka, en el Extremo Oriente ruso. En este caso, la trayectoria de vuelo superó también los 6.000 kilómetros de distancia, aunque el alcance operativo máximo de este ICBM es de 11.000 kilómetros según se recoge en diferentes fuentes abiertas. El mando de las RVSN informó que la prueba ha servido para comprobar la fiabilidad del siguiente lote de cohetes Yars producidos en la planta de Votkinsk que se van a entregar en los próximos años –información que recoge RT- y validar la capacidad de combate de la nueva ojiva de reentrada múltiple que cargan estos cohetes –información que recoge Pavel Podvig en su blog-. La prueba resultó un completo éxito según confirmó el coronel Igor Egórov, portavoz de las RVSN: “hemos alcanzado los objetivos y cumplido todas las metas” programadas para esta ejercicio. Dos días después, el 30 de octubre de 2015, se desarrolló un ejercicio global de guerra nuclear para validar los sistemas de mando y control nacionales que implicó a las RVSN, las Fuerzas Submarinas Estratégicas, la Aviación de Largo Alcance y el Ejército. Según informó el Ministerio de Defensa de Rusia: "durante el ejercicio se ha puesto a prueba la fiabilidad del envío de señales y órdenes de entrenamiento y combate a través de toda la cadena de mando: desde el Centro de Gestión de la Defensa Nacional de la Federación de Rusia hasta los puestos de mando de formaciones y unidades incluidos. Han participado unidades y grandes unidades de la Fuerza de Misiles Estratégicos, las Flotas del Norte y del Pacífico, la Flotilla del Caspio y la aviación estratégica”. Las RVSN realizaron el lanzamiento de un cohete Topol desde Plesetsk que alcanzó el objetivo programado en Kura. Al mismo tiempo sendos submarinos portamisiles de las Flotas del Norte y del Pacífico lanzaron dos SLBM: el SSBN K-117 Bryansk disparó un cohete R-29RM Sinevá en inmersión en el Mar de Barents con destino al polígono de Kura y el SSBN K-223 Podolsk un cohete R-29R desde el mar de Okhotsk, esta vez con destino al polígono de Chiza, al norte de la Rusia europea; ambos cohetes alcanzaron los objetivos programados. Por su parte, la Aviación de Largo Alcance empleó un bombardero estratégico Tu-160 para el lanzamiento de vuelo de misiles de crucero con capacidad de carga nucleare contra los polígonos de Pemboy, en la república rusa de Komi, y Kura. Finalmente, un sistema móvil Iskander disparó un cohete de corto alcance con capacidad nuclear desde Kapustin Yar. Rusia desarrolla estos ejercicios de guerra nuclear global anualmente con la finalidad de validar los sistemas de mando y control desde la cúspide del Poder Político, el Presidente de la Federación, que daría la orden de lanzamiento, hasta los mandos operativos de los diferentes componentes de las Fuerzas de Disuasión Nuclear. Con estas pruebas, las grandes potencias ponen de manifiesto una vez más la importancia absoluta que le conceden a las armas nucleares para el mantenimiento de su estatuto de privilegio en el sistema internacional –parece oportuno recordar que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las naciones Unidas son precisamente las cinco únicas potencias nucleares legales, conforme establece el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968- y cómo, con independencia de declaraciones políticas más o menos cándidas sobre la eliminación para siempre de las armas  nucleares, mantienen costosísimos programas de actualización y renovación de sus arsenales estratégicos. Como hemos dicho en otras ocasiones, la fuerza se usa y se continuará usando en las relaciones internacionales y es la teoría realista la que puede explicar de forma adecuada las relaciones entre las grandes potencias porque estas se rigen, invariablemente, por el principio del equilibrio de poder. 



Plesetsk, 28 octubre 2015.



Rusia, 30 de octubre de 2015.

LA FUERZA AÉREA AMERICANA VALIDA LAS CAPACIDADES DE SUS ICBM

En la entrada de febrero pasado LA FUERZA DE ATAQUE NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS examinamos la capacidad de combate nuclear de la Fuerza Aérea (USAF) con los datos más recientes disponibles en fuentes abiertas. Además de la fuerza de bombarderos tripulados que se halla inmersa en un proceso de modernización de los B-2 y, a más largo plazo, de sustitución con el programa LRS-B, la USAF monopoliza los misiles basados en silos de una fuerza cada vez más reducida y vetusta compuesta  por tres Alas de Misiles con bases en Warren (Wyoming), Minot (Dakota del Norte) y Malstrom (Montana) que agrupan unos 450 ICBM Minuteman III que portan actualmente una única ojiva nuclear del tipo W78 de 335 kilotones o W87 de 300 kilotones, aunque mantienen la capacidad de cargar ojivas nucleares de reentrada independiente (MIRV) conforme a las previsiones de la Revisión de la Postura Nuclear de los Estados Unidos de 6 de abril de 2010. Es más, en actualización de la estrategia de empleo de armas nucleares de 2013 el Presidente Obama reafirmó la postura vigente de mantener una fuerza de combate nuclear en estado de alerta. Para mantener intactas las capacidades de guerra nuclear, la Fuerza de ICBM está implementando un programa de modernización de más de 8.000 millones de dólares destinado a extender la vida operativa de los misiles en servicio hasta 2030. Sin embargo, de forma paralela dicha fuerza se irá reduciendo en los próximos años hasta alcanzar los 400 misiles operativos y 50 almacenados con la finalidad de ajustarse a las estipulaciones del Tratado START de 8 de abril de 2010. Más adelante se contempla la introducción de un nuevo misil estratégico en un programa conjunto con la Armada y cuyos requerimientos iniciales se establecieron el 17 de mayo de 2012. Para mantener la calificación de combate de esta fuerza periódicamente se realizan lanzamientos de misiles que están al máximo de su vida útil. Así, el 21 de octubre la USAF llevó a cabo un ejercicio de disparo y vuelo en toda su trayectoria balística de un misil Minuteman III desde la base aérea de Vandenberg, en California, hasta impactar su ojiva inerte en un punto no determinado del archipiélago de las Islas Marshall en el océano Pacífico, esto es, a una distancia de 6.700 kilómetros.
En otro ensayo nos hemos ocupado de la fuerza de combate nuclear embarcada en los SSB de la Armada: Pérez Gil, L.: “La Fuerza de Disuasión Nuclear embarcada de los Estados Unidos en 2013”, Revista General de Marina t. 265, noviembre de 2013, pp. 683-688.

ESTADO DE LOS ARSENALES NUCLEARES ESTRATÉGICOS DE LAS GRANDES POTENCIAS A SEPTIEMBRE DE 2015

Semestralmente se actualizan los datos de los arsenales nucleares de los Estados Unidos y Rusia conforme a las cláusulas de transparencia de información entre las partes previstas en el Tratado de Armas Estratégicas (START) firmado en Praga el 8 de abril de 2010. Por ello, el Departamento de Estado americano publica este mes en su sitio web los datos correspondientes a 1 de septiembre de 2015. Los Estados Unidos mantienen desplegados 762 vectores de lanzamiento entre misiles basados en tierra (ICBM), misiles lanzables desde submarinos (SLBM) y bombarderos estratégicos que están dotados de 1.538 armas nucleares –hay que tener en cuenta que cada bombardero cuenta como una sola arma nuclear a los efectos cuantitativos previstos en el Tratado START-. El total de lazadores operativos y no operativos, pero disponibles, es de 898. Comparativamente el 1 de marzo de 2015 se declararon 785 sistemas operativos, 1.597 armas nucleares y 898 vectores de lanzamiento. Por su parte, las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia mantienen operativos 526 lanzadores dotados de 1.648 armas nucleares y 877 vectores operativos y no operativos. En marzo de 2015 estas cifras eran de 515 vectores, 1.582 armas nucleares y 890 sistemas de lanzamiento. El incremento sensible en el número de armas nucleares estratégicas desplegadas por Rusia (66) se debe a la entrada en servicio operativo del segundo submarino portamisiles de la clase Borei denominado K-550 Alexander Nevsky, que el pasado 30 de septiembre se incorporó al 16º Escuadrón de Submarinos de la Flota del Pacífico con base en Vilyuchinsk, en la península de Kamchatka, Extremo Oriente ruso, y también ocho nuevos ICBM basados en silos  y doce móviles en las Fuerzas de Cohetes Estratégicos (RVSN), al mismo tiempo que se han dado de baja cohetes que han llegado al final de su vida operativa.
Los datos correspondientes al semestre anterior aparecen en la entrada correspondiente del blog de abril de 2015.

EL SUBMARINO S-80 PARA LA ARMADA ESPAÑOLA

En el número más reciente de la Revista General de Marina, publicación oficial de la Armada Española, y dedicado precisamente a los cien años del Arma Submarina, se publica un más que recomendable artículo del capitán de navío Nicolás Monereo Alonso sobre el estado actual de uno de los programas prioritarios del Ministerio de Defensa, el Programa S-80 cuyas características principales son un nuevo sistema de propulsión y gran autonomía en inmersión, el único que por cuestiones tecnológicas y de ingeniería, y no por motivos presupuestarios como pudiera a priori pensarse, está acumulando tal cantidad de retrasos que ponen en peligro mantener la capacidad de combate submarina de la Armada. Desde que se descubrió el problemas de los pesos a principios de 2013 los medios de comunicación generalistas se han cebado en las críticas a la Armada y a la empresa estatal Navantia por su aparente falta de capacidad para acometer un proyecto de tal complejidad porque era la primera vez que en España se diseñaba y construía un submarino para la Armada sin asistencia extranjera –como si esto no hubiera ocurrido con el programa del SSN Astute de la Royal Navy que acumula un retraso de cincuenta y siete meses y ha requerido la asistencia de ingenieros americanos de la empresa General Dynamics Electric Boat para resolverlos-. De hecho, cuando se tuvo constancia del problema, el primer submarino de la serie de cuatro unidades ya se encontraba en un estado avanzado de construcción. El autor, que es precisamente el jefe del Programa S-80, afirma que “teniendo una idea clara de lo que ha ocurrido, será posible entender mejor la situación en la que se encuentra el programa, las circunstancias que lo rodean y el impacto de las futuras decisiones que se adopten”. A lo largo del ensayo examina el concepto del S-80, los problemas que surgieron a lo largo del programa, precisamente la crisis de los pesos, el rediseño del submarino como consecuencia de la detección del problema, el estado actual y el futuro del programa. El capitán de navío Monereo Alonso concluye que “a corto plazo, podemos decir que hay un proyecto viable y que, salvo ciertas desviaciones aceptadas por la Armada, cumple con la mayor parte de los requisitos iniciales; hay un astillero envuelto en un proceso de transformación orientado a potenciar su capacidad de abordar proyectos de esta entidad y se cuenta con el apoyo de importantes socios tecnológicos con marcada experiencia.”, la US Navy y General Dynamics Electric Boat. Pero, sin aportar fechas concretas, afirma que “ese producto tardará todavía en llegar, lo que va a poner al Arma Submarina en una posición difícil que, con toda seguridad, afectará al adiestramiento y moral de los submarinistas, cuyas perspectivas de carrera pueden verse frustradas al no contar con una Flotilla mínimamente operativa durante los próximos años.” No obstante, el Secretario de Estado de Defensa Argüelles afirmó el 7 de octubre de 2014 que la fecha más segura para la entrega de la primera unidad a la Armada será 2018 –hay que recordar que en junio de 2012 se dio de baja el submarino S-72 Siroco por no disponer de créditos presupuestarios para llevar a cabo su cuarta gran carena, y que en 2016 se dará de baja el S-71 Galerna-. Mientras tanto el coste del programa se ha elevado a los 2.344 millones de euros.
Referencia completa: Monereo Alonso, N.: «El futuro del Arma Submarina: el S-80», Revista General de Marina t.269, agosto/septiembre de 2015, pp. 357-365.


¡12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional!

EL ACUERDO COMERCIAL DEL PACÍFICO: NUEVO ESLABÓN DE LA POLÍTICA DE CONTENCIÓN A CHINA

El 5 de octubre se hizo pública en la ciudad de Atlanta (Estados Unidos) la conclusión de las negociaciones para un nuevo acuerdo comercial en la cuenca del Pacífico denominado Asociación Transpacífica (TPP) que engloba a doce países de ambos lados de cuenca oceánica desde los Estados Unidos hasta Chile y de Australia a Japón. Las negociaciones, que han durado cinco años, se han llevado a cabo con discreción entre las partes debido a los asuntos sensibles que se trataban como son la reducción y eliminación de aranceles comerciales, la protección de la propiedad intelectual, la armonización de la normativa laboral o la regulación medioambiental. En las declaraciones públicas se afirma que se trata del mayor acuerdo comercial de la historia, ya que agrupa a casi el cuarenta por ciento del PIB mundial, la oportunidad que se representa para el desarrollo económico mundial al reducir las barreras arancelarias y fomentar el libre comercio, así como de la influencia que tendrá en las actuales negociaciones entre los Estados Unidos y la Unión Europea para un acuerdo de libre comercio transatlántico –véase cómo se erige el Bloque Occidental-. También se alude de pasada a que China se ha quedado fuera de dicho pacto, como si hubiera sido posible que China estuviera dentro –es como si se hubiera planteado la idea de una Unión Soviética dentro de la Comunidad Europea durante la Guerra Fría-. En realidad, este acuerdo lo que hace es acercar más si cabe a los países que forman parte de la comunidad de naciones libres del Pacífico: los Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Australia, Nueva Zelanda y Japón, ya agrupadas entre ellas en acuerdos de seguridad mutua –falta Corea del Sur, por ahora- y que, con este nuevo acuerdo comercial, estrechan la unión entre ellas. En este sentido se expresaba el ministro de Economía japonés Akira Amarai cuando declaró que el TPP tiene una importancia regional estratégica más allá del comercio. En Pekín consideran adecuadamente que se trata de un acuerdo impulsado por los Estados Unidos para contener el auge chino como potencia global, recordando las palabras del Presidente Obama: “no podemos dejar que países como China dicten las reglas del comercio mundial. Nosotros debemos escribir esas reglas.” En efecto, la paciencia de la Administración Obama en las negociaciones que han llevado a la conclusión y firma del TPP pone de manifiesto, una vez más, el alcance de la política de contención que los Estados Unidos están desarrollando frente a China desde el final de la anterior Administración americana. Por eso el supuestamente proceloso proceso de ratificación en el Senado donde hay mayoría republicana tendrá una resolución positiva ya que sirve a los intereses nacionales de los Estados Unidos y contribuye al mantenimiento del régimen internacional de seguridad. Como ya hemos indicado en otra ocasión, a China, o a cualquier otra potencia o conglomerado de potencias que eventualmente se pueda formar, le quedan muchas décadas para poder encontrarse en disposición de desafiar el poder global americano, siendo realistas se tendrían que dar muchos cambios en la estructura internacional para que esto ocurriera y no antes de 2050, o quizás ni siquiera en este siglo como ha escrito Friedman en Los próximos cien años (trad. de The Next 100 Years. A forecast for the 21st Century. Nueva York, 2010). Nuestras consideraciones al respecto se recogen en el ensayo “Auge de China y poderío global americano” publicado en ANEPE en septiembre de 2013.

EL LENGUAJE DE GUERRA FRÍA DE STOLTENBERG

Desde que Javier Solana dejó la Secretaría general de la Alianza Atlántica se fue instalando progresivamente un nuevo lenguaje de confrontación con Rusia en las instituciones atlánticas. Y aunque parecía que no se podía superar el discurso vacuo y propio de etapas anteriores del sistema europeo de seguridad del anterior Secretario Anders Rasmussen, los conflictos de Ucrania y de Siria –vamos a dejar de lado por ahora la responsabilidad del Bloque occidental en el estallido de ambos- han dado argumentos al nuevo Secretario general Jens Stoltenberg (lo es desde el 1 de octubre de 2014) para continuar con el “lenguaje de Guerra Fría”, sin duda más esperable en los funcionarios de Washington que en los burócratas de Bruselas. Pero es lo que pasa cuando se pone al frente de instituciones internacionales que tienen que gestionar la paz y la seguridad a políticos de países menores que no se juegan nada o casi nada en los asuntos internacionales, lo que vemos continuamente tanto en el caso de los funcionarios de la Alianza como en los burócratas de la Unión Europa. Tras la reunión de los Ministros de Defensa de la Alianza Atlántica del 8 de octubre en la que se examinaron la retirada de Afganistán, la guerra en Siria, el refuerzo militar en el flanco sur y oriental de la Alianza y las relaciones con Georgia –¡todos asuntos de extrema importancia para la seguridad europea!- el Secretario general Stoltenberg lanzó una “dura” advertencia a Rusia por haber violado el espacio aéreo turco en varias ocasiones desde que inició la campaña aérea contra los rebeldes y yihadistas en Siria, y anunciaba: “la OTAN ha elevado su capacidad y está preparada para defender a cualquier socio, incluida Turquía”. Sin embargo, su preocupación se acerca más a los intereses de determinados sectores de la política exterior de Washington que a los del gobierno turco, que es quien ha gestionado directamente con Moscú los incidentes aéreos de esta semana. Dice Stoltenberg: “mi preocupación es que los rusos no se dirigen principalmente contra el Estado Islámico, sino contra otros grupos de la oposición. Además, están apoyando al régimen sirio y no contribuye a restablecer la paz”. La Alianza Atlántica ha decidido que el gobierno de Al-Asad es no democrático y que, por tanto, debe ser derrocado. Lo que habría que hacer es recordarle al señor Stoltenberg que entre sus obligaciones como Secretario general de la Alianza está la de mantenerse atento a las declaraciones de los principales dirigentes internacionales y, por supuesto, a lo que dicen el Presidente Putin y el Ministro de Relaciones Exteriores ruso Sergei Lavrov durante la celebración de las sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la última semana de septiembre, quienes dejaron perfectamente claro cuál es la política de Rusia en la guerra civil siria. Lo que se dilucida es que, para sorpresa de los políticos atlantistas, Rusia es un nuevo actor en Oriente Medio, actor decidido pero cauto, y que sigue estrictamente la línea de sus intereses nacionales: le interesa, claro está, un acceso al Mediterráneo y una o más bases aéreas en territorio sirio. Por ello, en contra de lo que piensa Stoltenberg, y también el Secretario de Defensa Ashton Carter o el gobierno francés, Siria no “necesita una transición política”, sino que lo que precisa es la erradicación de la amenaza terrorista, tanto del Estado Islámico, como de los grupos adheridos a Al-Qaeda como Al-Nusra y los grupos rebeldes que han llevado al país a una guerra civil que dura ya cuatro años y que ha causado más de trescientos mil muertos y dos millones de desplazados, precisamente los que están llegando a Europa vía Turquía –véase nuestra entrada del mes de septiembre LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS EN EUROPA-. Pero, la intervención militar directa de Rusia en Siria es una nueva excusa –como lo fueron primero Georgia y más tarde Ucrania- para continuar acercando la Alianza a las fronteras de Rusia. Así, en septiembre se abrieron cuarteles de entrenamiento aliado en Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania y Bulgaria, y en octubre se hará lo mismo en Hungría y Eslovaquia, según ha declarado el portavoz de la Alianza como “efecto disuasorio” frente a la amenaza rusa. Es decir, se sigue violando de forma consciente los Acuerdos entre Gorbachov y Kohl que permitieron la reunificación de Alemania en la década de los noventa. La perseverancia en el error es una constante histórica. 

Y LOS CHINOS TAMBIÉN A LO SUYO: EL SISTEMA DE NAVEGACIÓN SATELITAL BEIDOU

En la entrada del mes de septiembre titulada MIENTRAS TANTO MIRAMOS AL ESPACIO dimos cuenta de la puesta en servicio de dos nuevos satélites del sistema de navegación por satélite europeo. El sistema Galileo, que está diseñado para interactuar con los sistemas americano GPS y ruso Glonass, estará plenamente operativo en 2020 cuando se complete la constelación de treinta satélites –veinticuatro operativos y seis en reserva- en órbita terrestre media a 23.222 kilómetros de altitud distribuidos en tres planos inclinados con un ángulo de 56º hacia el ecuador con alcance global, mejorando la precisión del posicionamiento de los sistemas americano y ruso especialmente en las regiones más cercanas a los polos. Pues bien, China lanzó el miércoles 30 de septiembre un cohete LM-3B desde el Centro de Lanzamiento de Satélite de Xichang, provincia de Sichuan, que colocó en órbita el satélite número veinte de su propio sistema de navegación espacial Beidou. Según informó la agencia china de noticias Xinhua, el aparato está equipado por primera vez con un reloj atómico de hidrógeno y un nuevo sistema de señal de navegación que serán puestos a prueba en los próximos meses. El sistema Beidou ofrece hasta ahora cobertura regional, en 2018 ofrecerá cobertura para Asia y Europa y en 2020 alcanzará alcance global. Ante esta vorágine de lanzamientos de satélites y de despliegue de constelaciones espaciales –además de las anteriores citadas, la India está desplegando su propio sistema de alcance regional para el océano Índico e Irán ha anunciado que iniciará el desarrollo de un sistema nacional propio- nos planteamos la siguiente cuestión: ¿cuántos satélites hay en el espacio? Según informaciones hechas públicas por la NASA actualmente hay unos 5.600 satélites orbitando alrededor de la tierra de seis mil que fueron lanzados a partir de 1957, pero solo en torno a unos ochocientos se encuentran operativos. Esta cifra es difícil que sea exacta porque las grandes potencias no revelan el número ni características de sus principales satélites militares y de inteligencia en servicio y porque hay algunos aparatos que han perdido su posición original llevando órbitas erráticas. Esto pone de manifiesto que existe una auténtica carrera espacial entre las grandes potencias, comparable con la carrera nuclear que se desarrolló entre las dos superpotencias durante la Guerra Fría, pues como puso de manifiesto Friedman las guerras del futuro se dirimirán en el espacio[1], entendida esta guerra como una guerra entre grandes potencias.


[1] Los próximos cien años. Ediciones Destino. Barcelona, 2010 (trad. de The Next 100 Years. A forecast for the 21st Century. Random House. Nueva York, 2010).

LA HISTORIA, SIEMPRE LA HISTORIA: FRANCIA ATACA EN SIRIA

Ante el creciente despliegue de poder aéreo ruso en Siria a partir del 19 de septiembre ¿cómo podía Francia quedar impasible? Parece oportuno recordar que Siria era una de las partes que se entregó a Francia por aplicación del Acuerdo secreto Sykes-Picot de mayo de 1916 en el que las grandes potencias pactaron el reparto del Imperio Otomano cuando finalizara la Guerra Mundial. De hecho, cuando la administración francesa procedió a su vez a una nueva división del territorio asignado, estaba preparando el camino para la eventual independencia de los nuevos Estados de Siria y Líbano, dos países lo suficientemente pequeños para que pudieran continuar siendo manejados por la potencia originaria incluso después de su independencia formal. Dejando de lado ahora todo el período de descolonización y la influencia soviética en Siria durante la Guerra Fría –incluido el período de las guerras árabe-israelíes-, la realidad es que París siempre se ha mostrado renuente a renunciar a un papel destacado en Próximo Oriente, a pesar de que su capacidad de influencia y de proyección del poder militar sean exiguas en comparación con las potencias principales intervinientes en la región como los Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí o incluso Irán. Pues bien, para recordar su presencia permanente en la región, ahora que Rusia descarga su potencia militar contra las organizaciones yihadistas y el Estado Islámico en Siria, Francia llevó a cabo el 27 de septiembre operaciones aéreas en territorio sirio. Una fuerza de ataque que despegó de la base aérea de Al-Dhafra en los Emiratos Árabes Unidos bombardeó un centro de entrenamiento de terroristas cerca de Deir Ezzor, al este de Siria. Según anunció el Presidente Hollande durante su asistencia a las sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York la operación se llevó a cabo porque “amenazaba la seguridad de nuestro país”. En un comunicado presidencial se insiste en que “nuestro país confirma así su decidido compromiso para luchar contra la amenaza terrorista que constituye Daesh” y que se continuarán con las acciones militares “cada vez que nuestra seguridad nacional esté en juego”. Pero, comparativamente los ataques aéreos franceses son insignificantes al lado de la potencia de la intervención militar rusa o incluso la de la errática coalición internacional liderada por los Estados Unidos. Sin embargo, eso no es tan importante como mostrar que tiene una estrategia propia para la región que incluye la lucha contra el terrorismo internacional, lo que se remarcaba con las palabras del Primer Ministro Valls cuando dijo hace unas semanas en el parlamento: “solo nosotros elegimos las zonas de sobrevuelo y solo nosotros elegiremos los objetivos”. Una estrategia que ha supuesto que Francia haya sido una de las potencias que más ha atizado durante cuatro años la guerra civil en Siria y que, cuando no se ha conseguido una solución “a la libia”, haya insistido en todos los foros internacionales en que cualquier solución política debe pasar por la salida del Presidente Al-Asad del poder. Precisamente lo contrario de lo que ha declarado el Presidente Putin, y de lo que ha terminando aceptando la Administración Obama con tal de evitar implicarse directamente en una tercera, e interminable, guerra en la región de Oriente Medio. La Historia, siempre la Historia, tenaz, recordando persistentemente lo que hemos hecho mal y como seguimos haciéndolo.

«LA INTERVENCION MILITAR DE RUSIA EN SIRIA»

Este es el título de la Columna de Opinión que he publicado en el sitio web de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE) del Ministerio de Defensa Nacional de Chile el 6 de octubre de 2015
en el que analizo la implicación militar directa de Rusia en el conflicto sirio desde la teoría del régimen
 
Texto completo (*):

El Presidente Putin declaró a primeros de septiembre durante la asistencia al Foro Económico de Vladivostok que Rusia mantenía contactos permanentes con el gobierno sirio y con otros países de la región –entiéndase Irán y también el gobierno iraquí al que actualmente se está suministrando armamento avanzado para combatir al Estados Islámico-, pero respecto a la posibilidad de una intervención militar directa dijo que “aunque estamos considerando varias posibilidades, por ahora no está en nuestra agenda”. A continuación, precisó que “decir que estamos dispuestos a hacerlo es actualmente prematuro, pero estamos dando a Siria un apoyo serio y equipamiento y entrenamiento a fuerzas con armamento”. En este período el Mando Militar ruso estaba preparando el despliegue militar en Siria, que se precipitó a partir del 19 de septiembre con el envío de una impresionante fuerza aérea que se ha establecido en la base aérea de Latakia. De todos modos, se trataba de un asunto que era seguido por medios especializados debido a informaciones de inteligencia e imágenes satelitales que indicaban un trasiego constante de barcos rusos en el puerto de Tartus y una intensa actividad de aviones de transporte pesado en la base aérea cercana a la ciudad portuaria de Latakia, incluidas operaciones con los enormes An-124 como se publicó en el propio sitio web del Ministerio de Defensa ruso. Estas informaciones de inteligencia también constataban la ampliación de la plataforma de la base aérea siria, la construcción de una torre de control y barracones e instalaciones en tierra para albergar un gran contingente militar. Los primeros aviones de combate en llegar a la base aérea de Latakia fueron cuatro Su-30SM de la Fuerza Aérea rusa (VVS) de los que se obtuvieron imágenes por satélite el mismo día 19 de septiembre –dos días antes los mismos aviones había estado operando desde la base aérea de Shagol en los ejercicios Tsentr 2015-. Durante ese fin de semana fueron apareciendo en la pista de Latakia doce bombarderos Su-24M, doce aviones de ataque a tierra Su-25SM y al menos ocho helicópteros de asalto Mi-24. El día 26 de septiembre se dio cuenta de la presencia de al menos un Il-22M-11 especializado como puesto de mando aerotransportado encargado del control y la dirección táctica de unidades aéreas y terrestres que combaten sobre el terreno; y el día 29 de septiembre se detectaron seis novísimos bombarderos Su-34 apoyados por un avión cisterna Il-78. También han sido fotografiados diversos aviones no tripulados de las Fuerzas Armadas rusas en el espacio aéreo sirio. En paralelo, la Escuadra del Mediterráneo encabezada por el crucero lanzamisiles “Moskva” de la Flota del Mar Negro ha establecido dos zonas restringidas a la navegación al este y al oeste de la isla de Chipre con la finalidad de llevar a cabo ejercicios de tiro de misiles entre finales de septiembre y principios de octubre. El inicio de este impresionante despliegue militar coincidió en el tiempo (21 de septiembre) con el ataque a la embajada rusa en Damasco perpetrado supuestamente por grupos rebeldes opositores al régimen del presidente Asad y con la inesperada visita del primer ministro israelí Netanyahu –acompañado de los jefes del Estado Mayor y de la inteligencia militar- a Moscú para entrevistarse con el presidente Putin. En esta reunión, que ha pasado prácticamente desapercibida en los medios occidentales, ambos gobiernos decidieron establecer mecanismos de colaboración entre las Fuerzas Armadas de ambos países para casos de crisis. Resulta evidente que Moscú está indicando al gobierno israelí que mientras mantenga una presencia militar directa en Siria, que incluye operaciones aéreas de combate contra las fuerzas opositoras al régimen de Asad –ya sean los grupos rebeldes llamados moderados, las fuerzas del Estado Islámico o Al-Nusra-, se deberán abstener de cualquier aventura militar en el país, porque un choque entre aviones militares rusos e israelíes tendría consecuencias graves ambas partes. Esto significa que Moscú no está dispuesto a tolerar la intromisión israelí en una resolución definitiva del conflicto sirio que ya ha sido consensuada con el Bloque Occidental, lo que se escenificó en la reunión de los presidentes Obama y Putin el 28 de septiembre en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Por ello, el presidente Obama declaraba ante la Asamblea General que “los Estados Unidos están dispuestos a trabajar con cualquier nación, incluidas Rusia e Irán para resolver el conflicto”. Los gobiernos occidentales han aceptado que la potencia militar rusa decida el conflicto sirio a favor del régimen de Asad –aunque muestren su discrepancia respecto a la etapa posterior, que denominan eufemísticamente “de transición” como decía el presidente Obama en la misma sede- porque después de cuatro años de guerra civil ninguna de las partes ha conseguido imponerse militarmente sobre la otra y los ataques aéreos de la coalición internacional liderada por los Estados Unidos no han alcanzado los objetivos estratégicos previsto que eran destruir la capacidad de combatir del Estado Islámico. Pero si esto es significativo, lo que llama poderosamente la atención es la capacidad de despliegue de las Fuerzas Armadas rusas más allá de su extranjero cercano, ya que han sido capaces de mover en menos de una semana una poderosa fuerza de combate hasta territorio sirio con la finalidad de resolver definitivamente el conflicto a favor del gobierno reconocido internacionalmente de Siria, mientras la mayoría de los analistas pensaba que Rusia estaba concentrada en su frontera occidental con vistas a una eventual operación militar en Ucrania. Los ataques aéreos de las Fuerzas Aéreas rusas contra los opositores al régimen de Al-Asad se han iniciado el 30 de septiembre. 
 
Documento publicado en el sitio web de ANEPE (aquí). 

(*) Las opiniones que se recogen en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor. 

Recomendamos el ensayo de Javier Jordán Enamorado "La intervención militar de Rusia en Siria: oportunidades y desafíos", en Documento Marco IEEE núm. 27/2015, 27 de octubre de 2015.

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