LA HISTORIA, SIEMPRE LA HISTORIA: FRANCIA ATACA EN SIRIA

Ante el creciente despliegue de poder aéreo ruso en Siria a partir del 19 de septiembre ¿cómo podía Francia quedar impasible? Parece oportuno recordar que Siria era una de las partes que se entregó a Francia por aplicación del Acuerdo secreto Sykes-Picot de mayo de 1916 en el que las grandes potencias pactaron el reparto del Imperio Otomano cuando finalizara la Guerra Mundial. De hecho, cuando la administración francesa procedió a su vez a una nueva división del territorio asignado, estaba preparando el camino para la eventual independencia de los nuevos Estados de Siria y Líbano, dos países lo suficientemente pequeños para que pudieran continuar siendo manejados por la potencia originaria incluso después de su independencia formal. Dejando de lado ahora todo el período de descolonización y la influencia soviética en Siria durante la Guerra Fría –incluido el período de las guerras árabe-israelíes-, la realidad es que París siempre se ha mostrado renuente a renunciar a un papel destacado en Próximo Oriente, a pesar de que su capacidad de influencia y de proyección del poder militar sean exiguas en comparación con las potencias principales intervinientes en la región como los Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí o incluso Irán. Pues bien, para recordar su presencia permanente en la región, ahora que Rusia descarga su potencia militar contra las organizaciones yihadistas y el Estado Islámico en Siria, Francia llevó a cabo el 27 de septiembre operaciones aéreas en territorio sirio. Una fuerza de ataque que despegó de la base aérea de Al-Dhafra en los Emiratos Árabes Unidos bombardeó un centro de entrenamiento de terroristas cerca de Deir Ezzor, al este de Siria. Según anunció el Presidente Hollande durante su asistencia a las sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York la operación se llevó a cabo porque “amenazaba la seguridad de nuestro país”. En un comunicado presidencial se insiste en que “nuestro país confirma así su decidido compromiso para luchar contra la amenaza terrorista que constituye Daesh” y que se continuarán con las acciones militares “cada vez que nuestra seguridad nacional esté en juego”. Pero, comparativamente los ataques aéreos franceses son insignificantes al lado de la potencia de la intervención militar rusa o incluso la de la errática coalición internacional liderada por los Estados Unidos. Sin embargo, eso no es tan importante como mostrar que tiene una estrategia propia para la región que incluye la lucha contra el terrorismo internacional, lo que se remarcaba con las palabras del Primer Ministro Valls cuando dijo hace unas semanas en el parlamento: “solo nosotros elegimos las zonas de sobrevuelo y solo nosotros elegiremos los objetivos”. Una estrategia que ha supuesto que Francia haya sido una de las potencias que más ha atizado durante cuatro años la guerra civil en Siria y que, cuando no se ha conseguido una solución “a la libia”, haya insistido en todos los foros internacionales en que cualquier solución política debe pasar por la salida del Presidente Al-Asad del poder. Precisamente lo contrario de lo que ha declarado el Presidente Putin, y de lo que ha terminando aceptando la Administración Obama con tal de evitar implicarse directamente en una tercera, e interminable, guerra en la región de Oriente Medio. La Historia, siempre la Historia, tenaz, recordando persistentemente lo que hemos hecho mal y como seguimos haciéndolo.

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