ESTADO DE LOS ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS A 1 DE SEPTIEMBRE DE 2017

El Departamento de Estado de los Estados Unidos ha publicado nuevamente los datos cuantitativos de los arsenales estratégicos de las dos grandes potencias a 1 de septiembre de 2017 conforme a las estipulaciones de intercambio de información y publicidad establecidas en el Tratado de Armas Estratégicas (nuevo START)  de 10 abril de 2010. Previamente debemos recordar que este tratado entró en vigor el 5 de febrero de 2011 después de que se superaran los procesos de ratificación nacionales respectivos –información disponible AQUÍ-. Este dato es fundamental, porque los límites cuantitativos que establece el propio Tratado deben cumplirse a más tarde en la próxima fecha de intercambio de información, esto es, a 1 de marzo de 2018. Los límites cuantitativos que establecieron las partes al final del período inicial de siete años –la vigencia del tratado es de diez años prorrogable- son: 1.550 ojivas nucleares para vectores de lanzamiento estratégico (ICBM, SLBM y bombarderos estratégicos), 800 sistemas de lanzamiento disponibles y 700 de ellos desplegados al mismo tiempo. Pues bien, conforme a los datos aportados este mes los Estados Unidos disponen de 1.393 cargas nucleares estratégicas, 800 vectores de lanzamiento disponibles y 660 desplegados. Por su parte, Rusia tiene 1.561 cargas nucleares estratégicas, 790 vectores de lanzamiento disponibles y 501 desplegados. Esto significa a la fecha indicada ambas potencias prácticamente se encuentran dentro de los límites que se tienen que alcanzar en febrero de 2018; solo Rusia debe de reducir sus ojivas nucleares estratégicas, en concreto, once cargas para ajustarse al límite de 1.550 cargas nucleares, objetivo totalmente realizable simplemente con la retirada de un cohete R-36M2 Voevoda (SS-18 Satán en código OTAN) y un Topol móvil o en silo (SS-25 en código OTAN), que cargan diez y una ojiva respectivamente, y ambos sistemas se encuentran actualmente en proceso de retirada definitiva. Pero, hay que destacar además, que de los datos de 1 de marzo hasta ahora, las dos grandes potencias llevaron a cabo reducciones significativas en todos los apartados: los Estados Unidos redujeron dieciocho cargas estratégicas, veinte sistemas de lanzamiento disponibles y trece sistemas desplegados; y Rusia, ha reducido 204 cargas, veintiséis sistemas disponibles y veintidós sistemas desplegados. Esto significa que, más allá de los cantos de sirena que abogan por una desnuclearización total –recordemos el más reciente de ellos: aprobación por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas del Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares el 7 de julio de de 2017, al respecto véase el ensayo de Ignacio Cartagena Núñez publicado en el IEEE- las grandes potencias consideran –y esto seguirá siendo así en un futuro a muy largo plazo-, a las armas nucleares como un componente esencial para garantizar la seguridad nacional a través del sistema de disuasión nuclear, pero también, y quizás tan importante como el anterior, como elemento esencial para el mantenimiento de su supremacía en el sistema internacional global. Esto es así porque la posesión de arsenales nucleares estratégicos les garantiza la inmunidad frente a las otras potencias nucleares y, al mismo tiempo, les dota de la capacidad para causar daños de proporciones catastróficas a cualquier agresor convencional que cometiera el error de emprender un ataque militar contra los centros de poder, las infraestructuras estratégicas o las ciudades de una de las dos grandes potencias. Y esto será así mientras no se produzca una revolución tecnológica militar que conlleve la introducción de sistemas de combate disruptivos. En consecuencia, para garantizar esta posición tanto Rusia como los Estados Unidos están desarrollando en la actualidad costosísimos programas de modernización que alcanzan a los tres componentes de la tríada nuclear: los cohetes estratégicos basados en tierra (ICBM), los cohetes estratégicos embarcados en submarinos nucleares (SLBM) y los bombarderos de largo alcance o estratégicos, así como los laboratorios y centros de investigación y almacenamiento de armas nucleares –asunto al que hemos hecho referencia en la entrada anterior ARSENALES NUCLEARES DE LAS GRANDES POTENCIAS A 1 DE MARZO DE 2017.

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